viernes, 3 de octubre de 2008

Marketing para mujeres

Asegura Tom Peters que las mujeres son las responsables del 83% de todas las compras de los consumidores. En algunos segmentos (moda, comida), el porcentaje supera incluso el 90% y en otros (tecnología, automóviles), en los que la parte masculina pesa más en la decisión final, la influencia de la mujer es elevadísima. Pues bien, frente a estos datos, confirmados por otra parte en estudios similares, la mayoría de las acciones de marketing están orientadas al público masculino, como muy bien nos recuerda este video de Vialogoscopio.


¿Por qué se produce esta situación? Bueno, una de las principales barreras es el recelo que todavía tienen muchas empresas a adaptar su producto o servicio de manera significativa a las mujeres, porque ello podría perjudicar sus ventas a los hombres.

Marti Barletta, Presidenta del TrendSight Group y autora del best seller "Marketing to Women", critica el hecho de que muchos ejecutivos piensen que el marketing actual es tan efectivo con las mujeres como con los hombres. "Las mujeres tienen un concepto de prioridades, preferencias y actitudes muy diferente al de los hombres. Su proceso de decisión de compra es radicalmente diferente, y responden de forma distinta a los medios y mensajes de marketing"

Baletta resume en tres los grandes errores que las empresas cometen cuando se comunican con ellas. En primer lugar, no cuentan una historia; es decir, se olvidan de que las mujeres están más interesadas en saber cómo van a mejorar los productos y servicios sus vidas que en sus características técnicas y promociones. Por ejemplo, no es suficiente mostrar un televisor, su precio y el tamaño de la pantalla. Es necesario, mostrar a la familia alrededor del televisor y convertirlo en un momento de reunión familiar.

En segundo lugar, las empresas no relacionan sus productos o servicios con las personas. Por ejemplo, todavía son muchos los anuncios de automóviles que se centran exclusivamente en el producto y se olvidan de quien está detrás del volante. Los buenos anunciantes muestran a las personas usando el producto más que a este último.

Finalmente, las empresas no diferencian entre mujeres y asumen que todas son iguales. Por ejemplo, conocer si una mujer tiene pareja, no es suficiente. Puede tratarse de una treinteañera independiente, urbana y profesional, una madre trabajadora y soltera o una viuda de 60 años. Todas ellas con estilos de vida y consumo muy diferentes.

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