sábado, 4 de octubre de 2008

Cómo proteger una buena idea

Este fin de semana se estrena en los Estados Unidos "Flash of Genius", que cuenta la historia de Robert Kearns, el hombre que inventó el sistema de regulación de velocidad de los limpiaparabrisas y que trató de vendérselo a las grandes marcas automovilísticas norteamericanas, que se hicieron las desinteresadas para luego robarle la idea.


A lo largo de la historia se han producido innumerables casos de buenísimas e innovadoras ideas que se han visto truncadas por no haber sido debidamente protegidas. Por ejemplo, los libros nos han enseñado que el inventor de la radio fue Marconi cuando en realidad fue Nikola Tesla, quien necesitó que la Corte Suprema de Estados Unidos le diera la razón, lo que logró poco después de su muerte.

Obviamente, las ideas empresariales pueden ser objeto de protección, a través de los derechos de propiedad intelectual e industrial, previstos para la protección de invenciones, signos distintivos y creaciones intelectuales de otro tipo.

Lo lógico, entonces, antes de comunicar una innovación a una gran empresa, es protegerla legalmente, pero en muchas ocasiones no es posible, sobre todo cuando hablamos de ideas de negocios. Lo que se debería hacer en esos casos es acudir a un abogado, elaborar un documento de confidencialidad, ser un poco selectivo a la hora de compartir la idea, e incluso pedir referencias sobre las personas y empresas a las que uno quiere presentarla.

Sencillo, ¿verdad? Pues no veas tú la de pequeños emprendedores que todavía hoy no saben cómo comunicar una idea a una gran empresa, y se encuentran en la tesitura de Robert Kearns. Y encima, a ellos, no le harán nunca una "peli" en Hollywood.

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